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relacion del hombre con el mundo

La relación estética tiene que ver con el modo específico en que los hombres se relacionan con la verdad, es un método de apropiarse de todo el mundo a partir de la dimensión estética. La entrevista, adjuntado con la observación cuidadosa del sistema de vida de los grupos humanos para los que las plantas útiles constituyen una sección esencial de su historia, nos permiten un análisis desde una visión cultural y científica. Solo procediendo así, el etnobotánico podrá llegar a admitir en su trabajo de campo las relaciones que ya están entre los diferentes tópicos abordados por los expertos. Merced al comprensión del conocimiento sobre el manejo tradicional de los elementos vegetales, es que se ha originado un enorme conocimiento empírico, que ha permitido el descubrimiento de características comibles, medicinales, tóxicas y religiosas en las plantas. La gente hizo uso de las plantas a lo largo de toda su historia, provocando conocimiento de la flora en general, el cual ha aportado posibilidades diversas, para sostener y prosperar las condiciones de vida de la sociedad. Los primeros trabajos completados bajo el término consistían en realizar listas o catálogos de plantas, anotando sus propios usos.

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El positivismo rechazaba todos los saberes logrados por la Humanidad hasta ese momento, como se vino resaltando, erigi�ndose en el juez de lo recibido y también inaceptado, de lo v�lido y de lo inv�lido. Comte se�alaba que el esp�ritu positivo derivado de su naturaleza primordialmente relativa, era el �nico que pod�a estimar de forma adecuada todas las grandes �escasas hist�ricas como fases determinadas de una misma evoluci�n fundamental, en que cada una de resultaba de la precedente y preparaba la que segu�a, seg�n las leyes invariables. Leyes que para los intelectuales del momento, obedec�an a la linealidad especial, vista en un espacio en el imaginario positivista.

La Relación Estética Del Humano Con El Mundo

Conciencias y voluntadas que se han formado de manera sin dependencia, aut�nomas, que al juntarse hacen la intención colectiva, con relaciones que fueron deseadas y acordadas . Postura que valida a la clase hegem�nica a construir leyes y mecanismos para conducir al pueblo y su sue�o de emancipaci�n. Bajo el vocablo de ciudadano se encontraba adem�s, velado el concepto de cosa, ya que ahora el sujeto era tratado administrativamente y la clase dominante se erig�a como la �nica para regentar al resto de los sujetos. Si bien es cierto que la Humanidad ya ten�a muchos miles de a�les en desequilibrio consigo misma, ahora se presentaba la fisura con mayor presencia. Ante esto consiguen gran importancia y avance las ciencias exactas y naturales, pero se dejan de lado las sociología por no representar ning�n avance econ�mico, ni avance para la Humanidad, entendido �ste como la industrializaci�n de la vida. Los hombres estaban viviendo transformaciones importantes derivados de la Revoluci�n Industrial que implicaban toda la atenci�n de los gobiernos y por ende de los cient�ficos para la soluci�n y consecuci�n de los recientes objetivos de explotaci�n al medio ambiente, con lo que los inconvenientes sociales de los sujetos pasaron a segundo plano sin otorgarles mayor estatus.

Por esto, en oposición a toda filosof�a positivista, Thomas Mann destaca que la civilización equivale a la auténtica espiritualidad, al tiempo que civilizaci�n significa mecanizaci�n . Con esto Mann se�ala con bastante precisi�n c�mo los valores del capitalismo se infiltraron en lo m�s profundo de todo el mundo occidental, perme�ndose a todo su quehacer.

Al comenzar a complementarse como una disciplina de investigación, el objeto de estudio se fue ampliando a la integridad de las relaciones humano con las plantas, incluyéndose los puntos etnográficos y simbólicos, y considerando los entendimientos heredados de forma generacional. Dicho antagonismo no siempre debería existir, especialmente si, en lugar de desarrollo, hablamos de la procuración del confort al que aspiramos todos y cada uno de los humanos; lo que es más próximo al paradigma del buen vivir, dentro del cual se coloca en el centro el respeto y garantía de los derechos humanos. La tecnosfera es nuestro oikos, la vivienda que habitamos, y que por lo tanto recubre el doble carácter de económico y ecológico. Nuevamente, como sucedió desde el origen de la racionalidad griega, el enorme reto para el hombre es resolver a dios gracias esa tensión entre logotipos y nomos (razón), en tanto que el logotipos es la ley dada de forma fáctica, sin que la razón pueda imponerse, mientras que el nomos es la ley conquistada por convención a través de la interacción entre los individuos y los grupos sociales. Pero hoy en día –y si estamos atentos a las ocasiones que nos brindan las nuevas proposiciones epistemológicas–, logotipos y nomos no se muestran escindidos, sino más bien en un juego dialogante que deja habitar una tecnosfera equilibrada entre ambos instantes del mundo que edificamos. Desde esta perspectiva, el ser humano forma parte de 2 ámbitos de realidad , separados entre sí, aunque en constante interacción, lo que tenemos la posibilidad de denominar biosfera y noosfera .

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El sujeto en su caminar por la Tierra ha experimentado y vivido cambios fundamentales en su ser y en su relaci�n con los otros y con la Naturaleza. En la era del Rompimiento se dieron cita numerosos aspectos que signaron la �poca como ruptura de la relaci�n que el hombre estaba manteniendo con la Naturaleza y consigo. Los sujetos alcanzan la madurez para conocerse individuos, o sea, el hombre cognitivamente se lleva a cabo para observarse sujeto y se sabe otro distinto a los dem�s integrantes de la red social. En este tr�nsito tambi�n trabaja la desmembraci�n de �l en una dualidad que lo escindir� de tal forma, que la espiritualidad pasa al terreno de lo no comprensible y supuestamente desechable, para ofrecerle importancia al cuerpo y la mente como partes convenientemente separables y err�neamente medibles. El hombre se ve reducido a una dualidad mente-cuerpo, desechando toda espiritualidad como elemento constituyente de su ser. Ante estos teóricos ontol�gicos, su relaci�n con la Naturaleza y con los dem�s seres humanos tambi�n transcurre a la fragmentaci�n y al reduccionismo como natural forma de percibirse y de accionar.

El enorme Renacimiento hab�a logrado que el hombre alcanzara su percepci�n de individualidad necesaria para la madurez de �l como sujeto y como encarnaci�n de la sociedad, pero hab�a dado paso tambi�n a la progresiva reducci�n del concepto de integralidad y contextualidad como fuerzas actuantes en la din�mica hist�rica y cultural de la Humanidad. La simplificaci�n del concepto de vida y por lo tanto del hombre, estaba sentando sus reales en el imaginario social como elemento ontol�gico de �stos, es decir, se presentaba en este momento como connatural al hombre todo aquello que no tuviera que ver con su espiritualidad y s� con su inmediatez en la vida y a la sociedad como suma de individuos de libre albedr�o y similitud de aspiraciones. El planeta moderno se abri� como oportunidad de desarrollo, pero bajo los presuntos materialistas y pr�ctico-utilitarios, reduciendo el criterio al chato econ�mico y cosificador de todo el mundo. Sin embargo, el modernismo ver� mostrarse tambi�n las considerables conciencias cr�ticas resultado de la contradictoriedad que toda sociedad compleja edifica, en donde se reflejar� el nuevo sentir de la Humanidad como ser que anda hacia la reconciliaci�n de consigo misma y con la naturaleza. La construcci�n del modelo de hombre para el sistema capitalista era primordial para la fiel realizaci�n de �ste, resultando adem�s coherente con las novedosas formas de observar la naturaleza impuestas por la novedosa ciencia. La individualidad, el pragmatismo, el ego�smo y la acumulaci�n de riquezas, son elementos constitutivos de este modelo de hombre que en la nivelaci�n jur�dica de los individuos alcanz� su plena conformaci�n . Para eso, la clase hegem�nica se dio a la labor de reestructurar las necesidades del hombre, resultando que «la econom�a pol�tica relaciona los hechos econ�micos con las necesidades (por lo tanto, con la \’utilidad\’) de los sujetos humanos como su origen. Tiende a reducir los valores de cambio a los valores de uso y estos �ltimos (\’las riquezas\’ para retomar la expresi�n de la econom�a cl�sica) a las pretensiones de los hombres».

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No es que el hombre esté en ocasiones en una biosfera y en otros instantes en una noosfera, sino que –y ahí la extremista paradoja de nuestra situación en el cosmos– tenemos la posibilidad de distinguir entre “nuestro cuerpo” y “nuestro espíritu” como dos elementos integrados, interdependientes, pero estrictamente autónomos. El alegato filosófico occidental, como en el resto de las etnias, pretende ser una búsqueda auténtica de la sabiduría, entendida ésta como un comprender práctico que torna posible, a quien hace buen empleo de , entender vivir. En este sentido, la filosofía occidental busca arrojar luz sobre la paradoja misma en que consiste la existencia humana en su relación con el mundo. El modo perfecto en que por lo común lo soluciona es mediante la exaltación de lo humano respecto al resto de la realidad, y muy especialmente con relación a la naturaleza. Es bastante común que nos comprendamos a nosotros mismos a partir de la contraposición con las cosas que ocurren a nuestro alrededor; según nos dice la psicología evolutiva, entre los mayores logros del bebé, a los pocos meses de haber nacido, es darse cuenta de que la realidad no es una prolongación natural de su propia mano, sino es “algo distinto”, “totalmente diferente”.

  • Durkheim jam�s se percata que la conciencia del estudioso tambi�n esta constituida de referentes no te�ricos, como son los emp�ricos, m�gico-religiosos y art�sticos, siendo los te�ricos los que constituyen el bloque dominante.

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El valor econ�mico se traslad� al precio sobre las cosas, el trabajo de los hombres y sobre �stos mismos y fue el dinero la manera materializada de semejante valor. En la producci�n capitalista, el dinero es una fuerza motriz esencial que sin �l simplemente es imposible la presencia de semejante sistema econ�mico. Tanto pr�ctica como te�ricamente, el punto central y sensible de todo sistema econ�mico fundado en la divisi�n del trabajo es el precio y el pago a �ste se traduce al poder de compra de la moneda (Bodin n/d). En el caso particular que se�ala Sieglin, exhibe que «para transitar de enfermo en paciente, y así, en objeto de la acci�n m�dica, es necesario pagar un precio. El dinero reemplaza los valores tradicionales -a�n reclamados por la partera como v�lidos- basados en el acompañamiento y el cuidado mutuos, la compasi�n, la piedad, la generosidad y la caridad» .

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Créditos & citaciones.

Autor: Equipo de redacción, antonio1095 antonio1095.
Fecha de publicación: noviembre 27, 2020.

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